Especificaciones y análisis del Mitsubishi Lancer
Potencia
280CV
Par
392Nm
Consumo
-l/100
Emisiones
-g/km
0-100 km/h
-s
Vel. Máx.
-km/h
Peso
1400kg
Precio
57,457€
Resumen técnico
Gasolina
Manual 5v
AWD
5 / 4 puertas
430 L
50 L
206 kW
Actual
Especificaciones técnicas
Motor
Capacidades
Análisis detallado del Mitsubishi Lancer Evolution VIII MR · 280 CV (2004-2005)
Descripción general
El Mitsubishi Lancer Evolution VIII MR de 2004 es una leyenda sobre ruedas, un coche que trasciende la mera funcionalidad para convertirse en una experiencia. Con su motor de 2.0 litros, 280 CV y tracción total, este vehículo no es solo un medio de transporte, es una declaración de intenciones, una máquina diseñada para dominar el asfalto y los tramos más exigentes. Su precio de 57.457 € en su momento reflejaba la exclusividad y el rendimiento que ofrecía, un verdadero purasangre para los amantes de la velocidad y la precisión.
Experiencia de conducción
Ponerse al volante del Lancer Evolution VIII MR es sumergirse en un mundo de sensaciones puras. La respuesta del motor es instantánea, el turbo sopla con una fuerza embriagadora y la tracción total se encarga de que cada caballo de potencia se traduzca en un agarre implacable. La dirección es directa y comunicativa, permitiendo sentir cada imperfección del asfalto, mientras que la suspensión, firme y precisa, mantiene el coche pegado al suelo. Cada curva se convierte en una oportunidad para exprimir sus límites, sintiendo cómo el coche obedece con una fidelidad asombrosa. Es un coche que exige y recompensa, ofreciendo una conexión visceral entre el conductor y la máquina que pocos vehículos pueden igualar.
Diseño y estética
El diseño del Lancer Evolution VIII MR es una oda a la funcionalidad y la agresividad. Cada línea, cada apéndice aerodinámico, tiene un propósito. Su imponente alerón trasero no es solo un elemento estético, sino una pieza clave para mantener la estabilidad a altas velocidades. Las tomas de aire en el capó y los paragolpes no solo le confieren una imagen intimidante, sino que cumplen una función vital en la refrigeración del motor y los frenos. Es un diseño que grita rendimiento, que no esconde sus intenciones y que, a pesar de los años, sigue siendo reconocible y admirado por su carácter inconfundible.
Tecnología y características
Bajo su piel de coche de rally, el Lancer Evolution VIII MR esconde una sofisticada ingeniería. Su motor de 2.0 litros con inyección indirecta, turbo e intercooler es una obra maestra de la mecánica, capaz de entregar 280 CV a 6500 rpm y un par motor de 392 Nm a 3500 rpm. La tracción total, una de las señas de identidad de la saga Evo, garantiza una motricidad excepcional en cualquier circunstancia. La suspensión, con un esquema McPherson delante y paralelogramo deformable detrás, junto con los frenos de disco ventilados de 320 mm delante y 300 mm detrás, aseguran un control y una capacidad de detención impresionantes. Aunque no cuenta con las ayudas electrónicas de los coches modernos, su tecnología se centra en la mecánica pura y la eficacia dinámica.
Competencia
En su época, el Mitsubishi Lancer Evolution VIII MR se enfrentaba a un rival directo y legendario: el Subaru Impreza WRX STI. Ambos coches compartían una filosofía similar, nacidos de la competición y adaptados a la carretera, ofreciendo prestaciones de infarto y una experiencia de conducción inigualable. Otros posibles contendientes, aunque con un enfoque ligeramente diferente, podrían haber sido deportivos de alta gama como el BMW M3 o el Audi S4, aunque el Evo siempre se distinguió por su carácter más radical y su herencia de rally.
Conclusión
El Mitsubishi Lancer Evolution VIII MR es mucho más que un coche; es un icono, una pieza de la historia del automovilismo que sigue emocionando a quienes tienen la suerte de conducirlo. Su combinación de potencia bruta, tracción total y un chasis afinado lo convierten en una máquina de precisión, capaz de ofrecer una experiencia de conducción inolvidable. Es un coche para puristas, para aquellos que valoran la conexión con la carretera y la emoción de dominar una bestia mecánica. Su legado perdura, recordándonos una época dorada donde la ingeniería y la pasión se unían para crear verdaderas obras de arte sobre ruedas.




