Especificaciones y análisis del Ford C-MAX
Potencia
136CV
Par
320Nm
Consumo
5.9l/100
Emisiones
159g/km
0-100 km/h
10.1s
Vel. Máx.
197km/h
Peso
-kg
Precio
23,265€
Resumen técnico
Gasóleo
Automático 6v
FWD
5 / 5 puertas
473 L
55 L
100 kW
Actual
Especificaciones técnicas
Motor
Capacidades
Análisis detallado del Ford C-Max Ghia 2.0 TDCi 136 CV Powershift (2008-2009)
Descripción general
El Ford C-MAX Ghia 2.0 TDCi representó en su día una bocanada de aire fresco para las familias que se negaban a renunciar al placer de conducir. Este monovolumen no era solo un vehículo práctico, sino una declaración de intenciones, combinando un espacio generoso con un corazón diésel potente de 136 CV y la avanzada transmisión automática Powershift, una joya tecnológica para la época que prometía dinamismo y confort a partes iguales.
Experiencia de conducción
Al volante, el C-MAX se siente sorprendentemente ágil y conectado a la carretera. El empuje de su motor 2.0 TDCi es contundente desde bajas revoluciones, proporcionando una sensación de poder y seguridad en adelantamientos y viajes largos. La caja Powershift de doble embrague trabaja con una suavidad y rapidez que te hace olvidar que conduces un coche familiar, ofreciendo una experiencia fluida y deportiva. Su chasis, una de las grandes bazas de Ford, logra un equilibrio mágico entre la comodidad necesaria para los pasajeros y la firmeza que inspira confianza en cada curva.
Diseño y estética
Visualmente, el C-MAX aplicaba el lenguaje de diseño 'Kinetic Design' de Ford, dotando a su carrocería de monovolumen de unas líneas fluidas y dinámicas que le conferían un aspecto atlético. No era un simple cubo con ruedas, sino una escultura en movimiento. El acabado Ghia añadía un toque de distinción con detalles cromados y un interior cuidado, donde la funcionalidad no estaba reñida con la calidad. El puesto de conducción, ergonómico y envolvente, te hacía sentir el protagonista del viaje.
Tecnología y características
Para su lanzamiento, este C-MAX estaba a la vanguardia. La transmisión Powershift de seis velocidades era su principal argumento tecnológico, ofreciendo una eficiencia y rapidez superiores a los cambios automáticos convencionales de la época. El motor diésel de inyección directa por conducto común ya era una mecánica refinada y de alto rendimiento. A bordo, elementos como el climatizador automático o el control de crucero, propios del acabado Ghia, completaban una dotación que buscaba hacer cada trayecto más sencillo y placentero.
Competencia
En un mercado muy competido, el Ford C-MAX se enfrentaba a gigantes como el Renault Scénic, el Citroën C4 Picasso o el Volkswagen Touran. Mientras sus rivales a menudo priorizaban la modularidad interior o un confort de marcha más suave, el C-MAX se distinguía por ser la opción del conductor. Era el monovolumen para quien amaba sentir la carretera y valoraba una respuesta mecánica enérgica y un comportamiento dinámico de primer nivel, sin por ello sacrificar la versatilidad que su familia necesitaba.
Conclusión
El Ford C-MAX 2.0 TDCi Powershift es mucho más que un recuerdo de una época dorada de los monovolúmenes; es la prueba de que la funcionalidad y la emoción pueden ir de la mano. Fue un coche que supo conquistar tanto la mente, por su practicidad y eficiencia, como el corazón, por sus sensaciones al volante. Un vehículo familiar con alma de compacto deportivo que dejó una huella imborrable en quienes lo condujeron.




