Audi A8 L 3.2 FSI multitronic · 260 CV (2008-2009)

2008
Gasolina
FWD
Automático 7v
Audi A8 - Vista 1
Audi A8 - Vista 2
Audi A8 - Vista 3
Audi A8 - Vista 4

Especificaciones y análisis del Audi A8

Potencia

260CV

Par

330Nm

Consumo

9.9l/100

Emisiones

234g/km

0-100 km/h

7.9s

Vel. Máx.

250km/h

Peso

1815kg

Precio

81,950

Resumen técnico

Combustible

Gasolina

Transmisión

Automático 7v

Tracción

FWD

Plazas

5 / 4 puertas

Maletero

500 L

Depósito

90 L

Potencia

191 kW

Estado

Actual

Especificaciones técnicas

Motor

Potencia máxima260 CV / 191 kW
Par máximo330 Nm
Tipo de combustibleGasolina
TransmisiónAutomático 7v

Capacidades

Depósito90 L
Maletero500 L

Análisis detallado del Audi A8 L 3.2 FSI multitronic · 260 CV (2008-2009)

Descripción general

El Audi A8 L de 2008 es la máxima expresión del lujo y la ingeniería de Audi en su tiempo. Esta berlina de representación, en su versión de batalla larga, no es solo un coche, es un santuario rodante diseñado para viajar en primera clase. Con su motor 3.2 FSI de 260 caballos, representa un equilibrio perfecto entre una presencia imponente y una elegancia discreta, un vehículo que susurra estatus en lugar de gritarlo.

Experiencia de conducción

Al volante, el A8 L se siente como una alfombra mágica. El motor V6 atmosférico entrega su potencia de 260 CV de una forma increíblemente suave y lineal, sin brusquedad alguna. La transmisión Multitronic acentúa esta sensación de fluidez, haciendo que cada aceleración sea un murmullo progresivo y refinado. No busca récords de velocidad, sino ofrecer un empuje constante y sereno en cualquier circunstancia. Su chasis, con una elaborada suspensión y una construcción ligera en aluminio, aísla a los ocupantes del mundo exterior, convirtiendo cada trayecto en una experiencia de calma y confort absoluto.

Diseño y estética

El diseño del Audi A8 L es una lección de elegancia atemporal. Sus líneas son puras, fluidas y majestuosas, con una longitud de casi 5,2 metros que le confiere una presencia innegable pero nunca ostentosa. La icónica parrilla Singleframe de Audi domina un frontal que inspira respeto, mientras que la silueta alargada promete un espacio interior extraordinario. Dentro, te recibe un habitáculo que es una obra de arte en materiales nobles y ajustes perfectos. Cada botón, cada superficie, transmite una sensación de solidez y lujo artesanal, creando un ambiente de exclusividad y bienestar difícil de igualar.

Tecnología y características

En 2008, este A8 era un escaparate tecnológico. Su motor con inyección directa FSI y admisión variable era una muestra de eficiencia y rendimiento para la época. La carrocería de aluminio Audi Space Frame no solo reducía el peso, sino que aumentaba la rigidez y la seguridad. Su interior giraba en torno al avanzado sistema MMI, que integraba navegación, audio y configuraciones del vehículo en una interfaz pionera. La dirección con asistencia variable según la velocidad y un chasis sofisticado aseguraban un control total con el mínimo esfuerzo, fusionando la tecnología con el placer de conducir.

Competencia

En el olimpo de las grandes berlinas de lujo, el Audi A8 L se enfrentaba directamente a los titanes de su tiempo: el Mercedes-Benz Clase S y el BMW Serie 7. Mientras sus rivales apostaban por la opulencia o un dinamismo más marcado, el A8 ofrecía una tercera vía basada en la discreción, la perfección de sus acabados interiores y una fuerte apuesta tecnológica. Su configuración de tracción delantera en esta versión lo diferenciaba del tradicional esquema de propulsión trasera de sus competidores, ofreciendo una sensación de seguridad y aplomo inquebrantable.

Conclusión

El Audi A8 L 3.2 FSI es mucho más que una simple berlina de lujo; es una declaración de principios. Es un coche para quienes aprecian la ingeniería soberbia, el confort supremo y una elegancia que no necesita llamar la atención. Su conducción es una experiencia relajante y placentera, un refugio de paz en el asfalto. Aunque el tiempo ha pasado, su calidad de construcción y su diseño atemporal le permiten envejecer con una dignidad admirable, recordando una era en la que el lujo se medía en silencio, espacio y perfección en los detalles.