Audi A8 4.2 TDI quattro tiptronic DPF · 326 CV (2007-2008)

2008
Gasóleo
AWD
Automático 6v
Audi A8 - Vista 1
Audi A8 - Vista 2
Audi A8 - Vista 3
Audi A8 - Vista 4

Especificaciones y análisis del Audi A8

Potencia

326CV

Par

650Nm

Consumo

9.4l/100

Emisiones

249g/km

0-100 km/h

5.9s

Vel. Máx.

250km/h

Peso

2020kg

Precio

93,660

Resumen técnico

Combustible

Gasóleo

Transmisión

Automático 6v

Tracción

AWD

Plazas

5 / 4 puertas

Maletero

500 L

Depósito

90 L

Potencia

240 kW

Estado

Actual

Especificaciones técnicas

Motor

Potencia máxima326 CV / 240 kW
Par máximo650 Nm
Tipo de combustibleGasóleo
TransmisiónAutomático 6v

Capacidades

Depósito90 L
Maletero500 L

Análisis detallado del Audi A8 4.2 TDI quattro tiptronic DPF · 326 CV (2007-2008)

Descripción general

El Audi A8 4.2 TDI de 2008 no es solo una berlina de lujo; es una declaración de intenciones sobre ruedas. Representa la cúspide de la ingeniería alemana de su época, un vehículo que fusiona de manera magistral la opulencia, el confort supremo y una fuerza diésel que te empuja contra el asiento. Subirse a este coche era, y sigue siendo, entrar en un santuario de poder y prestigio, un buque insignia diseñado para dominar el asfalto con una elegancia imponente.

Experiencia de conducción

Conducir este A8 es una experiencia que inunda los sentidos. El corazón de la bestia, un V8 TDI de 4.2 litros, entrega sus 650 Nm de par con una contundencia que te deja sin aliento, catapultando sus dos toneladas de peso de 0 a 100 km/h en menos de 6 segundos. Es una fuerza de la naturaleza controlada, entregada con una suavidad exquisita por la caja tiptronic y anclada al suelo por la legendaria tracción quattro. La sensación no es de velocidad bruta, sino de un empuje inagotable y sereno, como una ola gigante que te lleva sin esfuerzo. El silencio a bordo es casi absoluto, aislándote del mundo exterior en una burbuja de lujo y control.

Diseño y estética

El diseño del Audi A8 es un ejercicio de elegancia atemporal y poder contenido. Sus líneas son fluidas y sobrias, sin estridencias, proyectando una imagen de seriedad y sofisticación que ha envejecido con una dignidad admirable. No necesita gritar su estatus; lo susurra a través de la calidad de su construcción en aluminio y unos ajustes perfectos. Por dentro, el habitáculo te recibe con un abrazo de materiales nobles, cuero y madera auténtica, donde cada botón y cada superficie transmiten una sensación de solidez y lujo artesanal. Es un diseño que prioriza la función y el confort del pasajero por encima de todo.

Tecnología y características

En 2008, este A8 era una vitrina tecnológica. El sistema de tracción integral quattro no era solo un extra, sino el alma del coche, garantizando una seguridad y un aplomo inquebrantables en cualquier condición. La suspensión neumática adaptativa permitía transformar el coche de una confortable alfombra voladora a una berlina deportiva con solo tocar un botón. El motor V8 TDI, con su inyección common-rail y turbos de geometría variable, era una obra de arte de la ingeniería, ofreciendo un rendimiento explosivo con un consumo que, para su potencia, era sorprendentemente contenido. Todo se gestionaba a través del intuitivo sistema MMI, el centro neurálgico que demostraba la vanguardia de la técnica de Audi.

Competencia

En el olimpo de las grandes berlinas, el A8 4.2 TDI se enfrentaba a titanes como el Mercedes-Benz Clase S 420 CDI y el BMW Serie 7 745d. Mientras el Mercedes ofrecía un lujo más ostentoso y el BMW una deportividad más directa, el Audi jugaba la carta del equilibrio perfecto. Era la elección para el conductor que buscaba la tecnología más avanzada y la seguridad incondicional de la tracción quattro, todo ello envuelto en un diseño más discreto y tecnológico. Era la opción inteligente, la que combinaba lo mejor de todos los mundos sin necesidad de alardear.

Conclusión

El Audi A8 4.2 TDI quattro es mucho más que un coche de lujo de su tiempo; es un hito de la automoción. Representa el momento en que los motores diésel alcanzaron un nivel de refinamiento y prestaciones que los hacían rivalizar, e incluso superar, a sus homólogos de gasolina. Es una máquina compleja y maravillosa, un devorador de kilómetros que te mima en un confort absoluto mientras te ofrece una reserva de potencia casi infinita bajo el pie derecho. A día de hoy, sigue siendo un vehículo que impone respeto y admiración, un testimonio rodante de la excelencia en ingeniería.